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El viernes de Pedro [4]

miércoles, 17 de junio de 2009

Ahora hablare yo

Cuando Judas se separo de mi maestro advertí la guardia que le seguía con antorchas y espadas. No les quite la vista de encima y espere el momento indicado, espere a que uno de ellos se descuidara. Un instante después, el alarido de aquel centurión se mezclo con el rojo que chorreaba de su cabeza.

Ahora me doy cuenta de mis errores, pero entonces la ira me había cegado. Hubiera compartido la prisión con mi señor, pero este no era mi camino. Y mi camino, el que era el mío, no lo seguí.

Aquel fue el último milagro que le vi hacer a mi amado Jesús. Me pregunto qué será de aquel centurión que vio perdida con tal violencia su oreja y que después, sintió el calor y amor de Dios en su oreja sanada. Quizás el ver a alguien como yo, era seguidor de alguien como Él reafirmo esa sensación de amor intenso.

Divagando sobre el problema real

miércoles, 3 de junio de 2009
Navegando por el google reader encontre el siguiente post en Retratos de Familia el blog de Keila Ochoa. Realmente me dejo helado


Un demonio experto aconseja a su sobrino en el libro de CS Lewis
(Cartas del diablo a su sobrino). Haríamos bien en escuchar:


“Debes traer al paciente a la condición en la que pueda practicarse un auto-examen de una hora sin descubrir ninguno de los hechos sobre sí mismo que son perfectamente claros para cualquiera que ha vivido con él en la misma casa o
ha trabajado con él en la misma oficina”.


¿Qué nos dirían nuestros familiares y colegas que debemos cambiar si fueran honestos con nosotros? O más bien, si nos atreviéramos a preguntar.

“Es curioso cómo los humanos piensan que nosotros (los demonios) les ponemos cosas en la mente: en realidad nuestro mejor trabajo se lleva a cabo si logramos mantener cosas fuera”.El problema no es lo que entra, sino lo que sale.

El problema está adentro. ¿Qué cosas trata el enemigo de mantener fuera? Pienso que la ‘verdad’.

“Lo indicado es dirigir la malicia de tu paciente a sus vecinos
inmediatos —a los que ve día a día— y enviar su benevolencia a los más remotos, a gente que no conoce. Entonces la malicia se vuelve real y la benevolencia imaginaria”.


¿A quién trato bien y a quién mal? En definitiva, cuesta más tratar bien a aquel con quien convivo a diario.

El problema real, entonces, está dentro de mi.