Home | Posts RSS | Comments RSS | Login

El viernes de Pedro [V]

martes, 1 de septiembre de 2009
Su mano, su cabello, el suelo, mi espada. Todo compartía el rojo fluido que destila al olfato cobre dulce, que exita a la violencia…
-Vuelve la espada a su lugar…
¿Qué? Te he servido, te defendí, y ahora no solo me reprendes, sino que además sanas a este incircunciso. ¿Qué acaso no hemos llegado a este momento para hacer precisamente esto?
-…a espada perecerán.
Y entonces ¿como rayos escaparemos?, ¿cómo nos liberaras?, ¿cómo podrá Israel ser otra vez libre de Roma?, ¿cómo podremos ayudar al pobre?, ¿cómo raeremos la falsa religiosidad?
-¿Acaso piensas que no puedo orar a mi padre, y que él no me daría mas de doce legiones de ángeles?
Valla, no lo había pensado, venga, muéstrales con quien se han metido, muéstrales lo que es meterse con el Mesías y con los que él ha escogido. Hazlo como con los de Coré que fueron tragados por la tierra, o como en el Mar Rojo les paso a los siervos del Faraón. Hazlo sin misericordia y no perdones a ese traidor de Judas.
-¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?
-la copa que el Padre me ha dado ¿no la he de beber?
¿No era figurado aquello de “El buen pastor su vida da por las ovejas”? Ten amor propio, defiéndete, defiéndenos. Estos no vienen con buenas intenciones ¿qué no sabes que sin ti nada podemos hacer?, ¿qué sentí morimos?
-¿Cómo contra un ladrón habéis salido con espadas y piedras para prenderme?
No entiendo…tus manos son atadas y hombres armados te custodian, no haces nada. Tu mirada es imperturbable. ¿En qué estas pensando? ¡Sálvate!

Ya no hay tiempo, un guardia viene hacia mí. Parece irritado por lo que le hice a su compañero. Otro le sigue desenfundando la espada…

Corro, corro con mis compañeros a mis lados similares a ratas que se escabullen al ser descubiertas. La noche es esclarecida por una luz horripilante que me persigue. Caigo en la oscuridad.

Regresa, solo necesitamos a su maestro – una voz ronca exclama con un grito.

La tranquilidad se mezclo con el dolor de saber al Maestro capturado como un rufián, dolor equiparable al de mi seca garganta que jadea desesperada, percibiendo el sabor a cobre dulce que antes olfateé.

No, no, no. Esto es un sueño, una pesadilla. Pero si hace unos días nos recibieron como si fuéramos héroes de guerra. Algo va a pasar, algo de pasar.

Mis piernas se mueven casi por inercia, la maleza es mi escondite. Los soldados tratan con rudeza al maestro… desgraciados … la que les espera. Algo va a pasar, lo se. Los seguiré…

0 comentarios to El viernes de Pedro [V]: